Resumen:
|
A las publicaciones que en su tiempo fueron contraseña generacional, la posteridad suele transformarlas en mito, que es el estadio en que se vuelven del todo ilegibles. Pero tales veredictos no recayeron nunca sobre Trapalanda, de breve vida e influencia escueta. Impulsada por Samuel Glusberg, más conocido como Enrique Espinoza, y escoltado con acercanzas distintas, por Leopoldo Lugones, Waldo Frank, Luis Franco, Pedro Henríquez Ureña y Horacio Quiroga, la presencia más significativa, por momentos omnipresente, fue la del hasta entonces poeta Ezequiel Martínez Estrada. Trapalanda, el nombre de la ciudad revestida en oro que
los españoles buscaron durante siglos, como alucinados, sin suerte alguna, en un principio iba a ser el título de Radiografía de la pampa. En tanto, el subtítulo de la revista, “Un colectivo porteño”, hace referencia a los coches expresamente construidos para el transporte de pasajeros, de supuesta y reciente invención local.
|